Tratado VIII:
Sepa Vuestra Merced que el pasado viernes vi a un comerciante llamando a la puerta de mi casa, mi mujer abrió y sin decir nada se la llevó, solo podía gritar, estaba asustado, corrí afuera para buscar ayuda que no encontré, sin nadie a mi lado, monté en mi caballo Silber para buscar a mi esposa.
Todo lo que yo quería era volver a tener a mi mujer y nadie me lo impediría.
Con tal desesperación, encontré a un pregonero, le dije que le daría la mitad de mis sueldos para dar publicidad a los demás. Si alguien la encontrase vendrían a mi posada a decírmelo.
5 días llevé fuera, nada encontré, solo sueldos gasté. Confundido y entristecido decidí volver a casa. Era tarde cuando llegué, estaba cansado y aturdido por el sueño y el hambre. Las luces estaban encendidas. No sabía si era un sueño o la realidad, entré, mi esposa allí estaba, llorando. Corrí hacia ella, al verme se levantó y me abrazó. Me dijo que un vecino la encontró en el caballo de un desconocido gritando y sollozando, la rescató devolviéndola a casa.
Sepa Vuestra Merced que esto no volverá a ocurrir, un fallo lo tiene cualquiera, aunque no me lo hubiera perdonado si a mi esposa le hubiera pasado algo peor.
Llevamos cuatro años juntos, felices, sin que nada ni nadie nos molestase.
El sábado me levanté con una idea, escribir un libro, toda mi vida, con algo más de emoción, mi vida siempre fue peligrosa e interesante para contar. Así empecé y sigo narrando el Lazarillo de Tormes, los siete primeros tratados tuvieron tanto éxito que pudimos cambiar de casa. Muy felices estábamos con nuestras necesidades principales cubiertas, incluso teníamos dinero para ropa de calidad, sólo nos faltaba un buen amo para nuestros dos hermosos gemelos Roberto y Lidia, muy parecidos a su madre, que tuvimos hace nueve años.
Sepa Vuestra Merced que esta mañana encontré a una mujer, que podría ser la ama de mis hijos, la vi en un cartel en la plaza, lo que me llamó la atención es que era muy parecida a los rasgos faciales de mi esposa.
Con mirada astuta compraba los mejores alimentos del mercado a muy buenos precios.
Me acerqué a ella despacio para preguntarle si quería acceder a ser ama de mis hijos. Me respondió que solo lo haría si le hacía reír. Lo mejor sería contarle un chiste, mi padrastro solía contármelos, era muy gracioso. Solo de pensar en casa , me llegó una ola de nostalgia, en la que no pude contener las lágrimas. Pero tenía que ser fuerte si quería un buen futuro para mis hijos. En cuanto me acordé del chiste se lo dije.
Un caballero medieval va a visitar a un adivino para saber si ganará su próximo torneo. Llega a la puerta y golpea...
- Toc, toc.
Desde dentro se escucha:
- ¿Quién es?
Y el caballero exclama:
- ¡Pues qué adivino más malo!
La mujer solo sonreía. Algo había hecho mal. Me miró y me dijo que sería la ama de mis hijos. No pude evitar echar un suspiro.
La invité a mi casa para almorzar con mi familia. Llegamos puntuales, cuando mi mujer ya había acabado de preparar la comida. Al verla, se le cayó el cuenco de comida al suelo, corrió y abrazó a la futura ama de nuestros hijos. Repetía una y otra vez lo agradecida que estaba de volver a verla. Las dos lloraban como si fuera el fin del mundo, pero no lloraban de pena, sino de felicidad, al cabo de media hora, me explicaron que eran hermanas, mi esposa la mayor. Las separaron con diez y ocho años de edad por problemas económicos y cada una tuvo un amo diferente.
Por fin acabaron de llorar y hablar y nos pusimos a comer. Estaba feliz ya que a mis hijos no les faltaría de nada con su tía.
Llegó la tarde, hora de acompañar a mis hijos a la entrada y darle la misma bendición que mi madre me dio en su momento. A partir de ahora sólo los vería los sábados y domingos.
Pasaron los días, un gran vacío en mi corazón tenía. Sentía nostalgia al no ver a mis hijos, echaba de menos sus peleas en el salón, aunque solo hubieran pasado cinco días. En tan solo dos días volvería a verles.
Mi mujer me contaba historias que vivieron de pequeñas ella y su hermana, antes de que las separasen, me daban mucha pena, pero no podía pensar mucho en eso porque llamaron a la puerta, era el cartero, que nos traía dinero, mi cuñada nos trae treinta sueldos mensuales, nunca le faltó dinero, prometió que el dinero que le sobrara se lo daría a mis hijos, y ellos serían los herederos de su dinero.
Por fin llegó el día de ver a mis niños, parecían haber crecido en este poco tiempo, los vi más fuertes, inteligentes, guapos, obedientes, pero lo más importante, los vi más felices que de costumbre, estaba tan contento por ellos...
Al cabo de los años todo siguió igual, mis hijos heredaron el dinero prometido de su tía y nosotros, aunque ya no tuvimos los sueldos mensuales, seguíamos teniendo el dinero de nuestros hijos y el des los libros que escribí y sigo escribiendo.
Nuestros niños se quedaron el resto de nuestras vidas con nosotros para cuidarnos, siempre agradecí la suerte que llegué a tener en mi vida, y esto jamás lo olvidaré.
...FIN...
Lazarillo de Tormes. |
Ficha del personaje:
Nombre completo: Isabel Rodríguez Cruz.
Apodo: Isa.
Edad: 20 años.
Sexo: Femenino.
Lugar de nacimiento: Castilla.Fecha en la que vive: XVI.
Clase social: Media.
Profesión: Comerciante.
Características: Obediente, cautelosa, extrovertida, astuta e ingeniosa.
Datos familiares:
Nombre de la madre: Juana Cruz Santos.
Nombre del padre: Manolo Rodríguez González.
Profesión del padre: Carnicero.
Profesión de la madre: Panadera.
¿Hermanos? Un hermano mayor.
Profesión del padre: Carnicero.
Profesión de la madre: Panadera.
¿Hermanos? Un hermano mayor.
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